STOP SOPA

viernes, 4 de marzo de 2011

Telcel, en guerra con las operadoras de telecomunicaciones


El distanciamiento entre Carlos Slim y el duopolio televisivo ya tiene sus primeras consecuencias. Una unión de operadoras de telecomunicaciones, compuesta por más de veinte compañías regionales y nacionales, salió a pedirle al gobierno mexicano que aplique una regulación sobre las tarifas de interconexión que cobra Telcel. Recordemos que Slim retiró su publicidad de TV Azteca precisamente porque la televisora condicionó la condonación de un aumento en publicidad a que Telcel redujera su tarifa con Iusacell.

Entre las compañías que han suscrito esta petición se destacan Avantel, Axtel, Cablevisión, Iusacell, Megacable, Sky, Telecable y Unefón.Bajo el nombre “Todos contra Telcel”, la alianza ha solicitado la intervención federal a cambio de un “trato recíproco”. Las empresas afirman que esta medida impactará en un ahorro de 73 mil 500 millones de pesos al año, los cuales (en teoría) deberían verse en una disminución de los precios para los clientes. Sin embargo, Hugo Torres, de Vivir México, analiza bien cuál es la situación:

Entonces, ¿quieren una tarifa más justa o están haciendo grilla para que no les cobren por la interconexión? Porque si es lo segundo, el que sale perdiendo es Telcel. Para bien o para mal, las empresas de Carlos Slim son las que más han invertido en telecomunicaciones en el país, lo que la ha ayudado a que su número de clientes sea por mucho superior a la del resto; y por supuesto que no es justo que una otra empresa simplemente disfrute de una infraestructura en la que no invirtió. Sería algo así como: “yo te presto mi bicicleta y tu me prestas tu carro”. Habría que analizar qué es lo que exactamente quieren decir con ese “trato recíproco”.

Por supuesto, Telcel ha salido a responderle a la unión de operadoras con un mensaje simple: si quieren ser más competitivos, tienen que mejorar la infraestructura de telecomunicaciones del país. Incluso, la empresa de Slim destaca que muchos de los miembros de este movimiento son empresas que se caracterizan por una pobre inversión en México, además de que varias se encuentra en proceso de concurso mercantil. Así mismo, Telcel evidencia que empresas como Axtel, Avantel y Marcatel ya pagan desde 2005 tarifas menores, sin que este beneficio se vea reflejado en una reducción del precio para el cliente.

Así mismo, Telcel se lanza con todo a pedirles más acción y menos alharaca:

Para poder ofrecer mejores servicios, calidad y tarifas, no se requiere de comunicados de prensa, sino de inversión no condicionada para desplegar redes con tecnología de punta como la de Telcel en todo el territorio nacional. El sector de telecomunicaciones en México no se va a desarrollar ni a lograr los objetivos de “Cobertura, Convergencia y Competencia” en base al pago de precios de ganga de espectro radioeléctrico e interconexión.

Éste es un párrafo clave. Mientras la gente se queja de los altos precios y mal servicio, las empresas prefieren buscar descuentos a hacer una inversión que realmente logre crear una competencia seria para Telcel. Los números avalan a Slim: tan sólo en 2011, él invertirá mil 200 millones de dólares en infraestructura, mientras que Iusacell (uno de los cabecillas del movimiento) sólo desembolsará 30 millones. Ésa es la razón por la que las tarifas tienen un precio tan exhorbitante en comparación con las de otros países, ya que sólo existe una red de alcance nacional. El tamaño de México juega en contra, pues en estados de gran tamaño y poco desarrollo urbano se complica aún más tender los cables.

Por supuesto, no creo que las operadoras se queden de brazos cruzados. Aunque me parece muy sensata la respuesta de Telcel, dudo que el resto invierta en infraestructura. Unos, por tamaño, no tienen ese potencial. De los que suscriben el acuerdo, muchos son operadores regionales que se han lanzado a reclamar sin nada que perder. Quedaría en hombros de los grandes —principalmente, los respaldados por Televisa y TV Azteca— hacer el gasto. Por desgracia, veo más factible un berriche o un boicot antes que una propuesta real. Porque desafortunadamente, la discusión no es sobre el bienestar del cliente — y nunca lo ha sido. El punto es el dinero.


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